26 de octubre de 2007

Oportunidad (1)



HERA (Alejandro Filio y Victor Manuel)

Esto viene de Isla de Verano. Lo escribí pensando en alguien concreto, deseando que algún día lo lea, me encantaría que lo leyera, que no se desmayara y que comprendiera lo que quiero decir con esto. Algunos sí lo entendereis. Yo no sé decir muy bien las cosas directamente, así que uso relatos y este tipo de argucias para explicarme a veces.

-No es una chica muy lista, pensó Samuel mientras se volvía a calar el sombrero bogart como le gustaba, calculadamente ladeado; con el tiempo ese movimiento, al principio estudiado, se había casi convertido en un tic. Se sentía orgulloso de ese sombrero, no le importaba que estuvieran pasados de moda, él era un investigador privado de los buenos, de los que ya quedaban pocos. A veces, con un deje de nostalgia, se cuestionaba si acaso no estaría él también pasado de moda. El caso es que allí estaba, desgastando sus caros y elegantes zapatos italianos Gran Vía abajo en una de las noches más calurosas de ese extraño mes de agosto que habían tenido, era el día 25; no librar ni los sábados por la noche le daba igual, había aprendido a no distinguir los días de la semana, en este sufrido trabajo era necesario estar totalmente disponible y él adoraba su trabajo.

La mujer en cuestión, a la que había estado siguiendo desde la tarde, caminaba despreocupadamente mientras hablaba con su compañera, la charla parecía animada, iba tan cerca que podía oír su voz entusiasmada aunque sin entender lo que decía. No necesitaba guardar más distancia, Samuel sabía ver muy bien cuando alguien no está preocupado por su alrededor, ella no se daría cuenta de que era vigilada ni aunque siguiera sus pasos montado en un elefante de feria. No era muy lista, dadas las circunstancias, o tal vez no le importaba en absoluto que la observaran. Intentó pensar en otra cosa esforzándose en que las motivaciones y los actos de ella le resultaran indiferentes, su trabajo se desarrollaría de la misma forma fuesen cuales fueran, no acostumbraba a juzgar a las personas a la ligera y muchísimo menos al objeto de un encargo; eso lo dejaba para sus clientes.

Al ver que se dirigían a recoger el coche del aparcamiento se alegró de haber tomado un tentempié, que tendría que servir de cena, en una cafetería situada enfrente de la salida del teatro mientras esperaba que acabara la función. Fassbinder nada menos, lo conocía, era “de sus tiempos”, el enfant terrible del cine independiente alemán. Un poco arrepentido de no haber asistido también a la obra pagó el parking en la misma caja que ellas. En fin, tendría que pensar en cobrar un plus por kilómetros recorridos al tipo que le había contratado, estas dos andaban de acá para allá demasiado y no estaba su economía para muchos extras. Y al parecer tenían prisa, creyó saber a donde se dirigían y no pudo evitar esbozar una sonrisa maliciosa. En su viejo sedán, abandonando la gran ciudad a bastante velocidad por la autopista tras el coche azul oscuro, comenzó a recordar a su cliente. A sus 53 años Sam, como sólo dejaba que le llamaran sus amigos más íntimos, había aprendido muchas cosas de la vida, pero quizá lo que tenía más claro es que la gente necesita algo en lo que creer, lo buscaba si era necesario hasta debajo de las piedras, y si no, simplemente lo inventaba. Este tipo era de los que se lo inventaban, era de los que necesitan un maldito detective que les presente pruebas de lo que ellos ya saben que está ocurriendo pero no quieren admitir. Porque admitirlo sería perder la fe en lo que creen, y realmente saltaba a la vista, después de investigar un poco sus asuntos, que Laura tenía muchas cosas para darte en las que creer y por las que dejarse engañar; en muchas cosas, pero no en ella. Eso también saltaba a la vista.

De nuevo volvió a sonreír cuando el coche azul oscuro se detuvo, como esperaba, frente a la bonita vivienda unifamiliar de la amiga de Laura. Se trataba de una casa adosada de tres plantas con espacios privados descubiertos en las dos fachadas libres. Ya la había examinado, por fuera evidentemente, otras veces. Era un sitio muy tranquilo, a esas horas de la noche los vecinos estaban seguramente en sus camas, no se escuchaba más sonido que el de algún trueno lejano. Mirando con cierta aprensión el cielo encapotado, aparcó en la zona más próxima que pudo y que a la vez no estuviera muy iluminada, una farola fundida fue providencial para conseguir su objetivo. Bajó un poco las ventanillas delanteras, hacía calor; y, siguiendo un ritual muchas veces practicado, se acomodó en el asiento posterior confiando en la seguridad de los cristales tintados traseros. Las siguió con la mirada subiendo los escalones del porche hasta la puerta principal. Los dos gatos persas, los únicos habitantes de la casa además de la dueña, salieron a recibirlas. Seguramente estaban en el jardín después de escaparse afuera por una ventana de la fachada que siempre había visto abierta.

Hera, así le habían dicho que se llamaba la amiga de Laura. No sabía mucho más de ella, su singular nombre, su profesión, su estado civil –soltera- y a muy grandes rasgos su vida sentimental hasta la fecha. No formaba parte de su encargo saber nada más de ella y aún así no podía evitar sentir curiosidad. Desde el primer momento en que la vio, ya hacía dos meses, le pareció demasiado sorprendente, demasiado guapa, como para no interesarse por ella de inmediato. Cuando cogió en brazos a uno de los animales, encantada de verle, Samuel entornó los ojos, por un instante los movimientos de mujer y felino se confundían entre ellos y a la vez con sus propios recuerdos. Las dos entraron dejando la puerta de entrada a la casa abierta y a él ensimismado con la mente en alguna otra parte. No encendieron luces en el interior, así que no pudo ver nada más de momento. Bostezando y con un poco de sueño empezó a apuntar en su libreta los acontecimientos que había observado hasta el momento.

Continuará.

11 comentarios:

  1. Bien dices, "la gente necesita algo en que creer" y aquel hombre que contrató a Sam necesitaba convencerse de que Laura le era fiel. Y Laura soñando, riendo... siendo feliz con Hera. Y Sam con la mirada perdida, ¿qué recuerdos le traera esta bella mujer?, ¡qué recuerdos de una juventud ya perdida!.
    Me ha gustado mucho amiga, espero que no tardes mucho con el siguiente capítulo.
    Pero que bonita canción la que has puesto, que bonita realmente.
    Me ha gustado aquello de: "Hera miráme, miráme otra vez; que no puedo ser quién era. Hera miráme".
    La voy a buscar y a ponerla junto a mis favoritas.

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  2. Si, la gente necesita algo en que creer... yo ahora... estoy en el aire... no tengo en que soostenerme.. saludos !

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  3. Esperamos expectantes para saber cómo continúa.

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  4. Oportunidades... ;-)

    "Había aprendido muchas cosas de la vida, pero quizá lo que tenía más claro es que la gente necesita algo en lo que creer, lo buscaba si era necesario hasta debajo de las piedras, y si no, simplemente lo inventaba"
    Me ha gustado tu forma de decir una gran verdad...

    Espero con ansias la continuación...

    Un beso.

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  5. Rosa
    Sí, la canción es una pequeña joya para atesorar; me la descubrieron poco antes de escribir este relato y para mí son uno, inseparables.

    Hellsing
    Mmm ¿Por eso escribes de esa forma tan torturada? Tarde o temprano encontrarás una tierra firme, ya verás.

    Tawaki
    No esperareis mucho, todo está escrito porque, como dije, viene de otra "casa".

    Noche
    ¡Siiii, oportunidades! :))
    Por aquella entrada tuya empezó a interesarme tu sitio, je.
    Os fijais mucho en lo de algo en que creer. Parece que estamos de acuerdo todos.

    Besos a los cuatro.

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  6. Hera mutando despacio de diosa a mujer.....

    Valiente!!

    TQ

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  7. Me he colado un ratillo por aquí... y... me gusta tu historia... Yo también quiero saber cómo sigue...

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  8. Gracias Izel. ¡Samuel, Hera y Laura son famosos! jeje
    Yo ya ves, a falta de escritos de hace tiempo, publico los "modernos".

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  9. ¡¡¡¡Te gusta Alejandro Filio!!! A mí me encanta, me encantaaaaaa, Cyllan. Ay, qué alegría me has dado, jaja... porque es que además en España no lo conoce casi nadie, ¡dios, qué mal me sabe eso!
    ¿Te quieres creer que hace dos años quise comprar alguno (cualquiera de sus cds) y después de revolver Roma con Santiago no di con ninguno? Grrrrr... Aunque, gracias al amigo emule tengo toda su discografía, ¡y cómo la disfruto!
    Ay, perdona que del texto ya no te diga nada, pero es que me has dado un alegrón, niña.
    :)

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  10. Vaya Manda, qué efusividad jajaja. En realidad conozco muy poco de Filio, una isleña me descubrió esta canción y alguna más que me han llegado muchísimo. En la entrada de 15 de junio está Brazos de Sol, ese himno... porque es eso, toda una declaración de principios.
    "¿Y a quién le importa que digan que está trillado...?"

    Podías decir algo del relato mujer, ya te vale, tú que escribes tan bien.

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