El Mundo en sus Manos de Sirena

Luna se encontraba haciendo sus cosas en el aseo, yo la acompañaba, le gusta charlar en esos momentos. Sólo tenía tres años:

Mamá.- Pues verás, cuando tú tenías dos años Ciro acababa de salir de la tripa de mamá.
Luna.- ¡Aaah! ¿Siiii?
M.- Sí, y cuando tú eras aún más chiquitita, Ciro todavía no estaba. Vivíamos en esta casa, papá, mamá y Lunita.
L.- (Con cara incrédula) ¿Cómo que no estaba? ¿Pero dónde estaba?
M.- Pues es que no existía cielo, estar no estaba en ningún sitio.
L.- Que no hombre. ¿Se lo llevó la abuela Mari?
M.- ¡Nooo!, no estaba en ningún lado.
L.- ¿Se lo llevó el abuelo Dioni?
M.- (Risas) ¡Que nooo! Antes de nacer no estás, no estás con nadie.
L.- (Tras pensar con el ceño fruncido) Mmm... ¡Ya sé! ¿Estaba en un cajón?
M.-(Carcajadas) Pero Luna, chiquitina, de verdad que no estaba en ningún cajón.
L.- (Decidida y convencida) Estaría en otro cajón.

En ese momento llegué a la conclusión de que a esa edad no se comprende la no existencia de alguien al que estás acostumbrado a ver. Hay conceptos que se adquieren después de muchos años de vida.

Tampoco parece posible entender la maldad humana cuando eres muy pequeño:

Luna.- Mamá ¿cuantos años tengo? que no me acuerdo.
Mamá.- Tienes cinco cosita, los acabas de cumplir, por eso te debes haber despistado.
L.- Sí, es que como no sé usar una pda...
(Me robaron la phone-pda cuando me olvidé el bolso en un aseo público, y ella lo recordó en ese momento)
L.- A lo mejor lo que pasó es que alguien lo confundió con su móvil y se lo llevó.
M.- (Con un poco de rabia) Me temo que no, no se confundió, se lo llevó porque era una ladrona y lo robó.
L.- ¿Por qué lo robó?
M.- Pues porque hay personas malas que hacen eso, robar a otras personas, pero nosotros no lo hacemos ¿verdad? porque somos buenos, o al menos lo intentamos...
L.- Pero ¿por qué lo robó?

No había manera, le seguí intentando explicar pero no captaba la idea de que alguien hiciera mal a otro adrede, me vió a mí triste por la pérdida y se le quedó grabado. Lo que no entendía es que esa tristeza se provocara a propósito, le parecía que debía producirse siempre por accidente. Me quedé pensando en que había una posibilidad entre un billón de que la hubieran cogido por error, pero había una.

No quise convencerla de lo contrario, muchas veces me paro en conversaciones parecidas porque no quiero que pierda la inocencia. La confianza que tienen los niños en la humanidad es muy hermosa. Eso es lo que más pena me da según crecen, ese darse cuenta de que la vida es difícil, de que te la hacen y te la haces difícil con tus prejuicios y tus miedos.

Bueno, ella tiene todo por delante, el mundo entero está en sus manos de sirena. Ojalá supiera como conseguir que llegaran a adultos sin perder esa fe, convencidos de que cualquier cosa es posible si le dedicas el esfuerzo suficiente y de que se encontrarán en su camino con muchas personas que seguro valen la pena.