29 de diciembre de 2008

Thai

La primera parte de esto es la entrada Dàniel.

Dàniel yace boca abajo sobre sábanas revueltas durmiendo como un niño. El día había sido duro y la noche muy tierna. Amanece en esa parte de Thai, y mientras el primer rayo de luz invade la penumbra podemos observar el cuarto. Parece un dormitorio y algunas cosas más. Sobre la cama y lejos de él descansa del revés un pijama de otoño en el cual puede distinguirse la palabra MAGO, o tal vez sean unas iniciales. Reina un desorden controlado sobre la enorme mesa de trabajo, atestada de libros, útiles de escritura, publicaciones y papeles de todo tipo. Las paredes lucen cubiertas de lo que alguien más sentimental que yo llamaría recuerdos, fotografías antiguas de múltiples ciudades, reproducciones de pinturas prohibidas hace siglos, objetos diversos sin utilidad aparente, incluso recortes de lujosos periódicos que llevan semanas adheridos a las pantallas de plasma líquido. En un ángulo nadan incansables peces de colores fríos arropados por un vidrio semiesférico a modo de alacena; las titilantes luces de los sensores de olor y movimiento del techo parecen acompañar sus sinuosos movimientos. Una cristalera azul, ahora opaca en modo noche, da a las calles que no duermen. Aún en el piso 37º el tráfico se siente feroz al otro lado.
Él despierta sobresaltado por el motor de un híbrido flotante afuera y la busca a ciegas, palpando. Constatando que no está, recuerda que le gusta levantarse temprano. Le divierte por un momento imaginarla deambulando por la casa, controlando si todo está en su sitio, silenciosa y confiada. Ya hace cinco días que la acogió y en su cabeza aún resuenan como un zumbido extraño las palabras del barman: - “¿Esa gata dice? Que me parta un rayo si tengo idea de donde ha salido. Aparece y desaparece sin más, y la única pauta que le encuentro, precisamente ahora que lo menciona, es que siempre está cuando usted visita nuestro honrado establecimiento. No es del dueño desde luego, así que poco le importará que se la lleve; y a mí me hará un favor, me pone los pelos de punta esa mirada siniestra que tiene el animal”.




Fotografía: Arco iris en el bosque de piedra.

Nota 22/01/2009.- Esta entrada aparece sin comentarios porque se eliminó por error y con ella se perdieron los mismos. Lo siento mucho.

4 comentarios:

  1. Ya la había leído verdad?
    Creo que si.

    Besos.

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  2. Seguro que lo habías leído y hasta comentarías algo. Pero es que, como pongo al final de la entrada, ayer la eliminé por error y aunque la he vuelto a colgar se perdieron los comentarios.
    :´(

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  3. Precioso lugar y escultura

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  4. Siii, es una fuente originalísima. Vale la pena acercarse. Y aquí no se escucha su música del agua, je.

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