10 de noviembre de 2011

JNARC


A negra, E blanca, Y roja, U verde, O azul: vocales,
algún día diré vuestro origen secreto;
A, negro corsé velludo de moscas relucientes
que se agitan en torno de fetideces crueles, golfos de sombra;
E, candor de nieblas y de tiendas, lanzas de glaciar fiero,
reyes blancos, escalofríos de umbelas;
I, púrpura, sangre, esputo, reír de labios bellos
en cóleras terribles o embriagueces sensuales;
U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verduscos,
paz de campo sembrado de animales,
paz de arrugas que la alquimia imprimió en las frentes profundas;
O supremo clarín de estridencias extrañas,
silencio atravesado de Angeles y de Mundos;
O, la Omega, el reflejo violeta de sus Ojos.
Rimbaud


Tal día como hoy, 10 de noviembre, moría Jean Nicolas Arthur Rimbaud Cuif, agotado en el fin del mundo de vivir tan intensamente, no pudo más. Comenzó pronto el niño precoz y cuando algunos todavía nos consideramos jóvenes él ya lo tenía todo hecho, no necesitaba nada más. Fue quizá un dudoso modelo a seguir, sí, pero la atracción que ejerce el personaje es inevitable incluso en nuestro siglo.

Gracias a él aprendí hace mucho tiempo a amar desesperadamente la vida y al mismo tiempo a desangrarla a cada paso persiguiendo mis sueños, a estrujarla hasta que me diera lo que deseaba, sin compasión. Aprendí a estar despierta siempre y alerta.

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